Colombia

La vida de un padre presente que se dedica a trabajar como contratista

Mucho se ha hablado de como la sociedad le dice a las mujeres que deben y que no deben hacer en muchos aspectos de la vida. Que si tienen hijos es necesario dejar de trabajar… que si quieren triunfar profesionalmente no pueden tener hijos… que el trabajo y los hijos no caben en la misma ecuación. Cada día son más los ejemplos de denuncias de acoso laboral cuando las mujeres se encuentran en estado de embarazo. Ni se diga de las mujeres que por circunstancias de la vida (o simplemente porque así lo querían) quedaron en embarazo y se desempeñaban como contratistas de prestación de servicios (acá les tenemos una muy buena entrada que aborda este tema: De incapacidades y embarazos siendo contratista de prestación de servicios). Nos podemos quedar hablando de muchas injusticias alrededor de este tema y de como a lo largo de la historia el machismo se ha encargado de condicionar a la mujer, pero… esta entrada va un poco mas allá. Se han preguntado que pasa con esos padres que quieren ir en contra de lo que dicta el machismo pero no para las mujeres sino para los hombres?

Seguramente muchos de nosotros hemos escuchado el concepto de hombre proveedor. Así como la sociedad fuertemente machista dicta que las mujeres deben dedicarse al hogar, también se establece que el hombre solo debe dedicarse a trabajar y que su labor principal en la familia es ser el sustento económico. El hombre debe esforzarse por trabajar de sol a sol para conseguir todo aquello que su familia necesita, mientras su pareja cuida de la casa y de los niños. Un estudio del Pew Research Center encontró que los padres de la generación Millennial tienden a pasar mucho más tiempo cuidando de sus hijos con respecto a lo que hicieron sus padres en el pasado. Adicionalmente, este estudio revela que cada día hay más padres quedándose en casa para cuidar de sus hijos y que los hombres que son padres definen su identidad hacia la paternidad.

Toda esta introducción nos permite ver como la sociedad esta cambiado y como algunos padres se están tomando más a pecho las labores del cuidado. Esto nos abre el camino para contarles una historia que, aunque puede sonar muy lejana, sucedió en verdad en Bogotá…

Fulanito (nombre que le daremos a nuestro protagonista para proteger su identidad) es un padre que antes de pandemia tuvo con su esposa a su primer hijo. Un año más tarde, fuimos confinados durante más de un año y la vida de Fulanito cambio, inexplicablemente para bien. Fulanito vio una oportunidad de poder entregarle mucho más tiempo a su familia y decidió encaminarse laboralmente como contratista de prestación de servicios. Fulanito trabajaba desde casa y atendía diferentes proyectos con varias entidades a nivel nacional, distrital e incluso, en algunas ocasiones tuvo la oportunidad de apoyar a la banca multilateral en desarrollar proyectos muy interesantes. Fulanito vió que ese estilo de vida le permitiría priorizar los tiempos con su familia y organizar su tiempo laboral para poder tener un balance adecuado entre temas personales y laborales. Tiempo después, cuando la pandemia era solo un recuerdo, Fulanito tuvo otro hijo. En ese momento él y su esposa hicieron algunos ajustes en sus cargas laborales buscando acomodar mejor su tiempos y maximizar el tiempo de calidad en familia. Fulanito empezó a explorar otras posibilidades laborales y en esa exploración encontró un nuevo contrato de prestación de servicios que, de acuerdo a lo que pudo negociar, le permitiría dedicar un tiempo parcial a sus tareas y mejorar sus ingresos respecto a un contrato que estaba por terminar. Luego de llegar a ese acuerdo (muy justo de hecho, teniendo en cuenta que los contratos de prestación de servicios no tienen exigencias en términos de dedicación o presencialidad), Fulanito empezó a trabajar en proyectos que le permitían explorar nuevas áreas del conocimiento y aportar desde lo que el sabía al desarrollo de soluciones innovadoras. Cuando Fulanito estaba cumpliendo con el 70% del tiempo de ejecución de su contrato empezaron las cosas no tan chéveres… A Fulanito empezaron a decirle que debía dedicar más tiempo a su contrato dado que su remuneración era de las más altas del equipo y que las necesidades de horas de trabajo estaban en aumento. Fulanito insistió en la negociación que se había hecho al inicio y le dijeron que tranquilo, que eso seguía tal y cómo se había pactado. Tiempo después Fulanito empezó a tener que mencionar que por sus hijos no le era posible trabajar largas jornadas al día, que los fines de semana eran espacios para su familia y que en la medida de lo posible debían intentar respetar los acuerdos iniciales. El equipo con el que trabajaba Fulanito empezó a molestarse cada vez más cuando él por temas médicos o educativos de sus hijos no podía trabajar más de la cuenta o solucionar problemas de inmediato. Adicionalmente, la carga laboral del equipo se fue en ascenso y se empezó a generar un ambiente en el que empezaron a medir a Fulanito por el tiempo y la velocidad de delivery y los acuerdos iniciales pasaron a un segundo plano. Fulanito intentaba dedicar mas tiempo del que tenía al equipo porque le gustaba mucho el proyecto, pero cada día se iba agotando más y más. El tiempo pasó y el ambiente laboral se siguió poniendo tenso hasta que un día, citaron a Fulanito para una charla de equipo. En esa charla su supervisor le dijo que revisando el presupuesto del proyecto y el trabajo de los últimos meses, no era posible renovar un contrato por un periodo adicional, dado que, Fulanito no le estaba dedicando tiempo completo al equipo (esto yendo en contra de lo acordado) y que entendían que se encontraba en un momento de vida «diferente» en el cual no le era posible aportar al proyecto lo que se estaba necesitando… Fulanito respiró profundo y no quiso entrar en más discusiones, pues era evidente que la negociación inicial ya estaba más que olvidada. Fulanito sintió que en esa ocasión su condición de padre presente le jugó totalmente en contra, pues competir con otros colaboradores que tenían mucho más tiempo para trabajar  era algo que no estaba a su alcance por su decisión de vida de ser un padre presente. Para ponerle una cereza al pastel, a Fulanito le terminaron la reunión mencionando que igual, de seguro eso era algo que le iba a servir más a él también por lo que todos sabían que él tenía más contratos de prestación de servicios (aspecto que no debería influir en ese tipo de decisiones).

La historia de Fulanito es una de muchas en las que los contratistas de prestación de servicios se ven obligados a sacrificar tiempo de calidad con sus seres queridos por «encajar» laboralmente en un ambiente que muchas veces esta buscando personas que dediquen mucho tiempo de su vida al trabajo dejando en un segundo plano la posibilidad de convertirse en padres presentes y no solo en proveedores del hogar o, volviendo a nuestro ejemplo inicial, a convertirse en madres empoderadas que pueden con su familia y con trabajos en los que sean exitosas.

A manera de conclusión, queremos dejar la siguiente reflexión… si bien es cierto, las exigencias de la sociedad en términos del cuidado y en términos laborales están en aumento. Con cada día que pasa esperamos que las mujeres sean mejores mamás pero que no descuiden su vida laboral para que también sean muy exitosas en ese aspecto. A los hombres les pedimos más presencia en sus hogares pero partimos del hecho que su principal labor es trabajar y ser quien aporta económicamente a su familia. Todas las decisiones son válidas. Se vale buscar ayuda para tener un apoyo en el trabajo, se vale buscar ayuda para las labores del cuidado de la casa o de los hijos. Lo que no se vale es que si yo decido tercerizar parte de la crianza de mis hijos, espere que las personas con las que yo trabajo hagan lo mismo.

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